lunes, 21 de julio de 2014

Recordando con melancolía el pasado

Por alguna extraña razón he notado que la mayoría de nosotros contamos el pasado como grandes momentos en donde fuimos “muy buenos” para todo.

Es normal escuchar típicas frases haciendo alusión al pasado: “Yo antes, oraba dos horas diarias”, “Cuando era joven servía en todos los Ministerios de la Iglesia”, “Hace diez años yo andaba casa por casa evangelizando”, “Cuando yo era más joven predicaba en los parques e iba a las cárceles a llevarles el mensaje a los presos”, “Recuerdo como me gustaba enseñar a los niños, disfrutaba esos momentos”, “Recuerdo cuando participaba en esos dramas en la Iglesia y la gente se convertía porque Dios tocaba sus corazones”, “Yo leí toda la Biblia tres veces hace mucho tiempo”, “Antes, no me perdía ningún servicio en la Iglesia”, “Yo fui un buen servidor, siempre fui responsable”, “Yo fui líder de jóvenes”, etc. etc. Estas y muchas otras frases son muy común de escuchar entre personas que comentan que en su pasado hacían esto o aquello, o eran de esta forma o de otra, pero la mayoría de personas que comentan estas experiencias o vivencias tienen algo en común: Hoy en día todo es diferente.

Y es que nos pasa a todos. Todos al recordar algún momento bonito del pasado nos damos cuenta lo bueno que éramos, lo responsable, lo comprometidos con Dios o lo espiritual que éramos en “otros tiempos” y al compararlo con el día de hoy a veces no comprendemos como llegamos a cambiar tanto.

Conozco personas que en un tiempo fueron muy buenos servidores, con una disposición tan hermosa para servir, con una pasión por lo que hacían, con una fe tremenda, personas que hoy en día ya no son ni la sombra de lo que un día fueron, y que ahora viven su vida recordando con melancolía su pasado, como cual anciano recordando sus días buenos en su lecho de muerte.

Y es que a todos nos cuesta ser constantes, a todos nos cuesta mantenernos en cierto nivel, y es que lo difícil no es llegar arriba, lo difícil es mantenerse allí arriba sin bajar.

Personalmente recuerdo muy buenos momentos en mi pasado y ahora me doy cuenta de cómo he cambiado en ciertos aspectos que nunca tuve que haber cambiado. No puedo vivir recordando las cosas buenas nada más, sino que tengo que HACERLAS hoy en día.

La vida cristiana no se vive recordando grandes hazañas del pasado, sino haciendo nuevas hazañas cada día. Si nosotros nos acomodamos a que un día fuimos o hicimos esto o aquello, entonces no tendremos motivación para hacer algo hoy que es el que realmente vale.

Cada día es un nuevo día para escribir una nueva historia, cada día es un nuevo día para aprender, para ser humildes, para vivir con pasión, para recordar de donde Dios nos sacó y hacia dónde vamos. Cada día es un nuevo día para no recordar con melancolía el pasado, sino para hacer de nuestro presente algo que realmente valga la pena.

Quizá tú seas una de las personas que en algún tiempo fueron o hicieron cosas lindas para el Señor, quizá tenías una relación personal con Dios hermosa, orabas mucho, leías mucho la Biblia, te gozabas alabándolo, sirviéndole, haciendo cosas para Dios, te deleitabas escuchando la Palabra de Dios, llorabas en su presencia, te quebrantabas fácilmente, pero hoy en día quizá todo es diferente y solo recuerdas con melancolía el pasado hermoso que tuviste, más en esta hora quiero motivarte a hacer de tu presente una nueva historia, a vivir cada día como que si fuera el ultimo, a revivir aquella pasión que un día existió en tu corazón por Dios.

Ya no es tiempo de solamente recordar los buenos momentos, es tiempo de VIVIRLOS NUEVAMENTE, es momento de dejar la comodidad en la que te has sumergido y comenzar a ser esa sierva o ese siervo del Señor que no lo detenía nada ni nadie para hacer la obra de Dios y cumplir su propósito en vuestras vidas.

¡Tienes que despertar! ¡Tienes que activar nuevamente tu vida! Es tiempo de comenzar nuevamente a forjar aquella vida devocional, es tiempo de comenzar a buscar a Dios nuevamente como se lo merece, es momento de ser realmente hijos suyos que lo busquen, que lo amen y que dependan totalmente de Él.

Ya no recuerdes con melancolía tu pasado, al contrario, vive tu presente de una forma en la que Dios se sienta orgulloso de ti.

Deja la comodidad que lo único que hace en tu vida es alejarte poco a poco de Dios y comienza a buscar a Dios como sabes bien que debes buscarlo, porque DIOS HARÁ GRANDES COSAS CONTIGO.

¡Tú tiempo no pasó, tú tiempo es AHORA!

“Vuelve ahora en amistad con él, y tendrás paz;
Y por ello te vendrá bien.”

Job 22:21

viernes, 18 de julio de 2014

Sendas antiguas

He comprendido que el verdadero camino no se encuentra en las ideas que podamos tener para obviar lo que llamamos “religiosidad”, puesto que entre más queremos alejarnos de eso que llamamos “religiosidad” más nos acercamos a la “mundanalidad”.
Queremos romper esquemas cuando el esquema ya fue enseñado por Jesús, queremos mostrar nuevos caminos cuando el camino ha sido siempre el mismo.
La Biblia dice:

“Así dijo Jehová: Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino, y andad por él, y hallaréis descanso para vuestra alma. Mas dijeron: No andaremos.”

Jeremías 6:16

Andamos buscando la forma de sentirnos bien con ciertos hábitos que no son correctos, decimos no ser religiosos pero no vivimos en el espíritu, más si vivimos de forma carnal y vana.
Queremos enseñarle a la gente cómo vivir utilizando nuestras “brillantes” ideas e inspiraciones, pero no enseñamos a la gente cómo agradar a Dios, ni a hacer de la Biblia nuestro manual diario de supervivencia.
Cada año que pasa me doy cuenta que vamos por el camino equivocado, hacemos de menos las sendas antiguas, las tildamos de “religiosas”, de “obsoletas”, queremos inventar nuevos caminos, con ideas humanas nacidas de nuestra comodidad y para nuestro beneficio pero nos olvidamos de lo que Dios ya nos enseñó, lo que Él ya inspiro a hombres para escribir en lo que ahora llamamos Biblia.
Es hora de tomar en cuenta el consejo de Dios, Él nos aconseja: “Así dijo Jehová: Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino, y andad por él, y hallaréis descanso para vuestra alma…” Jeremías 6:16 
Es hora de volver al lugar de donde nunca tuvimos que desviarnos, es hora de regresar a aquel punto en donde caminábamos de forma correcta; pero para ello es necesario desprendernos de nuestras ideas humanas y cómodas, es hora de desprendernos de aquellos hábitos que en nada nos han ayudado y que lejos de ayudarnos nos han convertido en personas de duro corazón y baja sensibilidad espiritual.
Oremos como antes lo hacíamos, con un corazón sincero y transparente, leamos la Palabra de Dios con hambre espiritual y con humildad reconociendo que Dios algo puede enseñarnos este día. Practiquemos hábitos espirituales que ayudaran a nuestro espíritu, sirvamos a Dios con el único propósito de agradarlo a Él y no a la gente y sobre todo vivamos cada día cómo que fuera nuestro último día acá en la tierra de tal forma que Dios se sienta orgulloso de nuestros pasos.

¡El mejor camino es el de las sendas antiguas es hora de andar en ellas!

miércoles, 16 de julio de 2014

Paz

Todos los días nos enfrentamos a un sin número de situaciones que probaran nuestra fe, nuestro carácter y nuestra paciencia. Situaciones que quisiéramos que se solucionaran en el mismo instante que se lo pedimos a Dios en oración pero que por alguna razón no ocurre.

A través de mi caminar con Dios he vivido momentos en donde las cosas se han salido del control, en donde por más que he querido las cosas no salen como las esperaba o en el tiempo que las necesitaba. En ocasiones me he sentido turbado, desesperado, afligido y hasta he llegado a pensar que las cosas ya no tienen solución. Pero hay algo que con el tiempo fui aprendiendo y comprendiendo: Que ninguna desesperación, aflicción o llanto hará que las cosas cambien.

A veces la gente cercana a mí me pregunta que porque no me preocupo cuando hay problemas difíciles en mi vida y mi respuesta siempre es la misma: “¿Soluciono el problema con preocuparme?”. Y es que lo único que se puede hacer en medio de la tormenta, en medio de la tribulación, en medio de los fuertes vientos es MANTENER LA PAZ.

Y es que mantener la paz en medio de las circunstancias adversas es sinónimo de confianza, es sinónimo de fe, es decirle al Señor con nuestros hechos: “¡Señor yo confió en ti!”.

Mantener la paz me lleva a descansar, me lleva a confiar en lo que Dios hará, me lleva a pensar de mejor manera, a ser más sabio porque no me dejo manipular por la desesperación. La paz es la que me llena de confianza en que Dios actuará a mi favor porque confió ciegamente en Él.

Quizá los últimos días te has sentido desesperado, desanimado y hasta afligido por las situaciones que a tu alrededor están ocurriendo. Hoy quiero invitarte a mantener la paz en medio de cualquier circunstancia, no dejes que la desesperación te haga tomar decisiones equivocadas que lejos de solucionar los problemas los vengan a agrandar.

Confía en Dios, descansa en su Palabra porque Él ha prometido estar contigo todos los días de tu vida. Deja de ver con tus ojos humanos y comienza a ver las cosas con ojos de fe, confiando plenamente en que Dios tomará el control de cada situación y que Él dará las soluciones respectivas a cada suceso.

En medio de cualquier tormenta mantén la paz, en medio de la tribulación descansa, en medio de los fuertes vientos aférrate en fe a lo que Dios ha prometido. No te dejes sorprender por los problemas que hoy tocan a tu puerta, ante lo problemas responde con paz, esa paz que te permite descansar, pensar mejor, tomar mejores decisiones, pero sobre todo: esa paz que te hace mantener la fe en lo que Dios está a punto de hacer en tu vida.

¡No importa las circunstancias mantén la paz y confía en Dios!

“Sólo Dios me da tranquilidad;
sólo él me da confianza.
Sólo él me da su protección,
sólo él puede salvarme;
¡jamás seré derrotado!
Dios es mi salvador;
Dios es mi motivo de orgullo;
me protege y me llena de fuerza.
¡Dios es mi refugio!”

Salmos 62:5-7

“En paz me acostaré, y asimismo dormiré;
Porque solo tú, Jehová, me haces vivir confiado.”

Salmos 4:8

lunes, 14 de julio de 2014

¿Como esta mi relación con Dios?

“Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; Pruébame y conoce mis pensamientos; Y ve si hay en mí camino de perversidad, Y guíame en el camino eterno”.

Salmos 139: 23-24

En la vida diaria nos preocupamos por tantas cosas como por ejemplo: ¿Que ropa me voy a poner hoy?, ¿Que haré este día?, ¿Cómo haré en el parcial o examen si no he estudiado?, ¿Será que la chica(o) de mis sueños me hará caso?, además nos preocupamos por quedar bien con las personas, ya sea nuestros amigos, nuestro familiares o nuestra novia o para los que estamos casados tratamos de quedar bien con nuestra esposa, etc., etc. Pero rara vez nos preocupamos por quedar bien con Dios.

¿Será que Dios no se merece la misma atención que se merece nuestro mejor amigo, nuestra novia o esposa?, claro que la pregunta es obvia y a cualquier persona que se la preguntara me respondería: “claro Dios se merece aún más atención que cualquier persona”, todos contestaríamos muy espirituales y más que uno sacara un texto Bíblico para apoyar su respuesta.

Pero más allá de la teoría y de lo mucho que podemos sabes, ¿Será que realmente estas preocupado por quedar bien con Dios?, ¿De mejorar nuestra relación personal con el día a día?, pues es una pregunta que te has de responder instantáneamente si eres sincero contigo mismo.

A través de este tema quiero enseñarte el valor que tiene reflexionar sobre ¿Cómo esta nuestra relación con Dios? y ¿Que estamos haciendo para mejorarla?, o si realmente no es uno de nuestro objetivos principales en la vida y nos hemos acomodado a vivir una vida mediocre.

EL ENCONTRARSE CON DIOS ES LO MEJOR.

Una de las cosas que jamás olvidare es el día que me encontré con el Señor, pues mi vida jamás volvió hacer igual, Jesús cambio por completo mi vida y me dio una verdadera razón porque vivir, ese mismo día hice un trato con Dios de servirle por toda mi vida y hasta este día puedo decir: “Señor misión cumplida”.

A lo mejor tú te recuerdas también cómo fue tu encuentro con Dios, seguramente jamás se te olvidara y habemos muchos que llevamos la cuenta exacta en años, meses, días y horas desde que nos encontramos con nuestro Señor.

Nadie te va a negar que los primeros meses en los caminos de Dios son de los mejores, pues estas aprendiendo tantas cosas que no quieres parar de aprender, tu corazón es tan humilde que no anda pensando “que nota sonó mal en las alabanzas”, o “que error del predicador que en lugar de decir que Noé construyo un arca dijo que Moisés lo había hecho”, todo eso no existe cuando estas sensible a la voz de Dios. Son momentos en los que lo único que te importa es hablar con Él, leer su Palabra y aprender más de Él, quieres llenarte de su presencia y servirlo por toda la eternidad.

En la etapa de recién convertido es donde te importa realmente agradar a Dios, es en donde dieras todo por escuchar una voz del cielo que dice: “Enrique estoy orgulloso de ti”, pues estas tan ansioso por agradarlo y por quedar bien con El, que los errores que te rodean no importan.

DESPUÉS DE ALGUNOS MESES Y ALGUNOS OBSTÁCULOS.

Si tú eres una persona que te has parado sobre la Roca que es Cristo, nada ni nadie te moverán y seguirás con el mismo ritmo de cuando iniciaste.

Lastimosamente hay muchos que van descuidando su relación personal con Dios, esta clase de personas van poco a poco olvidándose de su verdadera meta que es: “agradar a Dios”, y comienzan a ver tantas situaciones que en lugar de hacerlos crecer espiritualmente les impide ver resultados, pues están tan afanados en ver errores entre los que le rodean, que tratar de vivir una vida agradable a Dios.

Es triste ver a tantas personas que un día fueron grandes servidores y ahora viven criticando a medio mundo y olvidándose de Dios.


CARACTERÍSTICAS DE UNA PERSONA QUE ESTA DESCUIDANDO SU RELACIÓN PERSONAL CON DIOS.

Existen muchas características de cuando una persona está descuidando su relación personal con Dios, tratare de citar las más comunes sabiendo de antemano que pueden ser muchas más:

Su Carácter comienza a variar: quizá era una persona muy amable y servicial, pero sin darse cuenta fue descuidando su relación personal con Dios y su carácter poco a poco comenzó a ser el mismo que era antes. Su rostro comienza a cambiar nuevamente y a denotar una falta de paz interior que solo Jesús da.

Las Criticas comienza a aparecer: Cualquier cosa por mínima que sea le parece mal, para el pareciera que todos hacen las cosas mal y que no son dignos de estar en los puestos que están. Critica desde las personas que están en la entrada de la congregación, pasando por las alabanzas y terminando por el mensaje que se dio. Definitivamente su relación personal con Dios esta descuidada.

Su vocabulario comienza a cambiar: Si las palabras de ofensa se habían extinguido, con la falta de búsqueda del Señor comenzaron nuevamente a salir aquellas palabras que en nuestra cultura son denominadas malas. Su vocabulario no es ya el de un hijo de Dios sino mas parece el vocabulario de una persona que jamás a conocido de Dios.

Deja de congregarse y de servir: no en todos los casos los que dejan de servir es porque están olvidándose de Dios, pero en la mayoría de casos si, su mismo distanciamiento con Dios los hace valorar poco el hecho de servirle a aquel que dio todo por nosotros.

Tienden a poner otras cosas antes que a Dios: Si su primer lugar antes lo ocupaba Dios, ahora le da prioridad a otras cosas como por ejemplo: al deporte, a los amigos, a su novia(o), etc.


¿CÓMO ESTA MI RELACIÓN PERSONAL CON DIOS?

Es fácil juzgar, pero también es difícil, puesto que nadie conoce tu interior, solamente Dios, en pocas palabras nadie puede asegurar como está tu relación con Dios pues nadie puede ver lo que hay en tu corazón. Pero también hay una balanza que se llama: “FRUTOS”, es decir que por nuestros frutos nos conocerán, si tú dices tener una relación personal muy buena con Dios, pero tus FRUTOS (ósea tu exterior o tu testimonio) no lo demuestran, entonces solo estas quedando en las palabras.

Es fácil andar pregonando que nuestra relación personal con Dios es buena, pero más allá de hablar y hablar, Dios demanda frutos. Si yo digo tener una buena relación personal con Dios, por ende mis frutos dará muestra de ello y toda mi vida girara alrededor de tratar de agradar a Dios.

No voy a juzgarte por cómo estás viviendo, pero si tienes que entender que debes prestar más atención a Dios, tratarlo de agradar y de servir. No te puedes pasar la vida diciendo que TODO está bien cuando tú sabes muy bien en el interior que las cosas no están tan bien como tú piensas.

Nunca nos podremos engañar a nosotros mismos, cada uno de nosotros sabemos cómo esta nuestra relación con Dios y cada uno sabemos que cosas están impidiendo que caminemos como Dios quiere que caminemos.

Es hora que te levantes en el Nombre del Señor y que comiences a vivir con un objetivo fijo, ese objetivo de agradar a Dios, quizá tú seas una persona que se preocupa por quedar bien con tus amigos o conocidos, pero pocas veces te preocupas por quedar bien con Dios.

Quizá tu tratas por todas las manera posibles de agradar a las personas que amas, pero no demuestras el mismo interés por agradar a Dios que el que demuestras por agradar a tus seres queridos. Momento, es hora de reflexionar sobre la importancia de Dios en mi vida, sobre la importancia que tiene para mí el hecho de agradar a Dios y mantener una relación excelente con El.

Tus errores no te van alejar de Dios si tu no lo permites, puesto que Dios siempre está dispuesto a perdonarte y levantarte para luchas cada día con más fuerzas.

Contesta sinceramente las siguientes preguntas:

  • ¿Tienes algún área en tu vida que te afecta espiritualmente?, ¿Qué estas haciendo para vencerla?
  • ¿Cuánto tiempo en el día le dedicas al Señor?
  • ¿Cuándo fue la última vez que te gozaste alabando al Señor?
  • ¿Cuándo fue la última vez que le hablaste a alguien de Cristo?
  • ¿Cuándo fue la última vez que leíste un libro completo de la Biblia y te edificaste?
  • ¿Cuándo fue la última vez que serviste con mucho gozo?
  • ¿En tus decisiones tomas en cuenta Dios?
  • ¿Cuándo fue la última vez que lloraste delante de la presencia de Dios?
  • ¿Cuándo fue la última vez que conversaste con Dios?

Se tú mismo tu propio juez, y has una reflexión sobre ¿Qué te está pasando?, y no solo quedar en la reflexión sino que más allá de eso debes levantarte y dejar de estar acomodado a la vida que llevas, pues la voluntad de Dios es que tu tengas una verdadera comunión con El, pues para eso te ha llamado.

Es hora de tratar de agradar a Dios y las demás cosas vendrán por añadidura.


“Más buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.”

San Mateo 6:33